Lisbeth PinerosEl presidente Donald Trump recibió con calidez y atención al presidente ruso, Vladímir Putin, en la base aérea de Elmendorf-Richardson, en Alaska, dando inicio a una esperada reunión bilateral centrada en buscar un alto el fuego en Ucrania.
El ambiente combinó formalidad y respeto, con un gesto simbólico que destacó la importancia de este encuentro.
El recibimiento fue acompañado de una alfombra roja y un despliegue militar cuidadosamente planificado: F-35 escoltaron el avión de Putin y bombarderos estratégicos B-2 se hicieron visibles, recordando la capacidad de defensa y disuasión de Estados Unidos. Cada detalle reforzó el mensaje de que Washington está listo para negociar, pero siempre desde la fortaleza y protección de sus intereses.
La visita de Putin tiene un carácter histórico: es la primera vez que un mandatario ruso pisa Alaska, un territorio que perteneció a Rusia hasta 1867 y que ha sido estratégico desde la Guerra Fría. Llegó puntual y acompañado de su equipo de alto nivel, mostrando seriedad y respeto por la agenda.
Más allá de los protocolos, el encuentro refleja la intención de Trump de liderar personalmente los esfuerzos diplomáticos en la región, buscando soluciones concretas sin comprometer la posición estratégica de Estados Unidos ni la seguridad de sus aliados.
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